Financiación de partidos

50 Propuestas para la Regeneración Democrática

 

La constatación de que lo público (el interés general) ya no está garantizado –suficiente y exclusivamente– por lo político es más evidente cada día. Las limitaciones de la política formal (partidos, instituciones y agentes sociales) se muestran descarnadamente en su incapacidad para interpretar y comprender bien la realidad, seleccionar el capital humano y gestionar eficientemente los recursos públicos, representar a la ciudadanía generando entornos transparentes, confiables y permeables, y proponer soluciones sostenibles e innovadoras a los retos sociales con una acción ejecutiva y legislativa adecuada en tiempo y forma. En definitiva, la desconfianza ciudadana crece por los límites de la política en su ejemplaridad y, también, en su eficiencia y eficacia. La corrupción es la puntilla.

A todo ello, hay que añadir una progresiva reducción del poder de la política, de su fuerza para situarse como el último resorte, de su autoridad para priorizar el interés general como principio que articule y jerarquice nuestra sociedad y que sea el límite insuperable e insobornable a lo vorazmente especulativo. La política retrocede, incapaz e inerte, ante la destrucción que impone un modelo socioeconómico que favorece el desorden cortoplacista e hipoteca nuestro futuro –y el de las generaciones venideras– en forma de deuda insostenible, cambio climático, pobreza y desempleo estructural.

Los niveles de desafección democrática no dejan lugar a dudas. Los datos son abrumadores, demoledores con los políticos, los partidos e instituciones. La fosa se hace más profunda. Gran parte de la desconfianza se debe a la opacidad de todo lo que rodea a la política. La ciudadanía cada vez se siente, además, más frustrada a la hora de participar porque constata que no es escuchada ni atendida. A veces, incluso, es despreciada e insultada.

En este estado de cosas, se impone una renovada alianza entre representantes y representados que supere –profundice, mejore, aumente– la legitimidad por delegación de la arquitectura democrática actual, construyendo gobiernos y parlamentos más útiles, gracias a la cooperación pública. Y los retos a los que nos enfrentamos ya no permiten la acomodaticia tranquilidad de delegar nuestra soberanía –y nuestro futuro– por períodos electorales, sin mayor implicación cívica y responsabilidad ciudadana. No podemos esperar, ni podemos desentendernos. Nuestra democracia formal no es suficiente para garantizar el nivel de fuerza y capacidad política que se necesita, si queremos tener horizontes compartidos. Hace falta más política: más acción, mejor legislación, que se cumpla y más (mucha más) representación y participación.

La democracia necesita personas demócratas comprometidas. Nada se defiende desde la pasividad. Nada se mejora desde la indiferencia. Nada se profundiza sin esfuerzo e implicación. La democracia no es un regalo permanente, es una conquista diaria.

Las personas que participamos en +D queremos pasar de la crítica exigente a la propuesta responsable. Sentimos que el deterioro de la política democrática y el retraso y la incapacidad de nuestras instituciones para hacer las necesarias reformas que demanda nuestra sociedad nos han llevado a un bloqueo, a una peligrosa parálisis. Los miedos, los recelos, el desconocimiento atenazan a nuestros dirigentes políticos y sociales. Sin reformas, no hay futuro.

Por todo ello, desde +D nos comprometemos a llevar adelante una exigente agenda de creación de propuestas en cuatro áreas: la ley de partidos, la reforma electoral, la lucha contra la corrupción y la ampliación de la democracia.

Las personas que nos comprometemos en +D estamos convencidas de que hay que asumir la responsabilidad ciudadana que nos atañe. No hay lugar para la inhibición. Nuestras críticas serán más efectivas si nuestros compromisos y nuestras aportaciones las acompañan.

Nos unen convicciones y pasiones. Pasión por la democracia. Pasión por la política como instrumento de la esperanza de todas las personas que desean una sociedad más justa, fraterna y libre. Nos unen, también y por ello, nuestras diferencias de procedencias profesionales, itinerarios vitales, trayectorias públicas y visiones políticas. Nos unen las diferencias porque deseamos encontrar puntos de encuentro técnico y político para aportar a la sociedad española nuestras propuestas. Para pasar de los diagnósticos y los debates a las ideas operativas. De las críticas a las soluciones. Y no nos resignamos a decidir solo cada cuatro años. Nuestro voto es un compromiso vital, diario. Queremos otra política porque queremos más democracia.

Estamos aquí para asumir nuestra ciudadanía responsable. Para contribuir a que cambie el estado actual de las cosas. Para ofrecer una opción a los ciudadanos organizados con la finalidad de articular sus propuestas. Para movilizar a la ciudadanía activa a favor de cambios concretos que mejoren las instituciones democráticas y su funcionamiento. Venimos a aportar. Sin más. Sin menos. Queremos más y mejor democracia. Y no estamos dispuestos a esperar, ni a cruzarnos de brazos.

La elevada desafección ciudadana actual hacia el sistema político puede degenerar en un amplio cuestionamiento del modelo de democracia representativa que podría llevarnos a la antesala del autoritarismo. Para preservar la democracia es preciso reconocer dónde han estado los problemas e intentar corregirlos con más democracia.

Y los problemas han surgido a partir de un excesivo protagonismo de los partidos políticos, cuya necesidad de fortalecimiento era entendible a la salida de una dictadura, pero que 35 años después debe revisarse, sobre todo porque los partidos han acabado interpretando su papel institucional en clave oligárquica. De ahí se derivan dos de las principales lacras actuales: el sometimiento de las instituciones democráticas a los intereses partidistas y la débil institucionalización de los mecanismos de participación directa, transparencia, control o rendición de cuentas por parte de los partidos.

Por eso, para regenerar la democracia se necesita llevar a cabo un ejercicio simultáneo en cuatro planos interrelacionados: ley de partidos, ley electoral, medidas anticorrupción y ensanchamiento de la democracia. Los cuatro forman un bloque concatenado en el que podemos empezar por donde queramos, aunque siempre acabaremos viendo los cuatro en su conjunto.

En este documento de trabajo adelantamos, de manera sintética, las principales propuestas que hacemos para abrir un debate ciudadano sobre cada uno de los apartados. Posteriormente, recogeremos los resultados de ese debate en documentos específicos más detallados, como ya hicimos con la propuesta de Ley de Partidos que hemos presentado.

Son varias las acciones emprendidas en los últimos meses desde los poderes ejecutivo y legislativo para introducir cambios regulatorios en aspectos como la financiación de los partidos, la transparencia de la actuación pública, la responsabilidad criminal de las personas jurídicas o la ampliación del delito de apropiación o malversación. Deben ser reconocidas y apreciadas. Pero la tarea es larga y debe implicar a la sociedad civil organizada mediante propuestas y, sobre todo, con una presión vigilante para que los poderes públicos no bajen la guardia en asuntos de tanta importancia.

Antoni Gutierrez Rubi